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Insisto a mi cuerpo movilidad, le exijo fuerza, le exijo luchar contra la inercia vivencial.
Mis dedos toman los bordes de la taza del café y mis brazos lo impulsan a su destino. 
Motivación matutina para intentar emerger una vez más.
Y ansiosa por acelerar mi pulso y causar conflicto contra mi aparente estado, agilizo la calidez del placebo entre mis labios y un suspiro involuntario ruega a la vida su efectividad.
Quizá no sea la respuesta, pero es lo que sé.
Lo que sé, me ha traído hasta aquí, lo que quise ignorar, me ha arrastrado a este punto.

Hoy ya no busco certezas, busco simples interrogantes por las cuales valga la pena volver a anhelar el mañana. 
Sólo eso, sólo objetivos etéreos y motivaciones dignas de ser discurso de un merolico.

Los sueños se achican cuando dejas de soñarlos, recienten su abandono y buscan cabida en los vacíos existenciales e irónicamente por más extenso que sea el espacio, excavan en multitud… y de pronto tienes el pecho repleto de frustraciones y complejos pequeñitos, en masa. La unión hace la fuerza
… y ese peso a mí me ha desarmado.


Me ha fracturado las vértebras y el ánimo, por eso mi vista siempre vigila mis pasos.

¿Qué día es hoy?

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