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La noche que se fue la luz.


La noche de hoy; los rayos del cielo nos quitan la luz artificial y nos obligan a reflejar los espacios oscuros del interior.
Hoy la falta de luz me hizo regresar a ti
Hoy te hablo en la penumbra; en la literalidad de mi aparente estado.
La lluvia vuelve a caer, pero hoy no es salada. Quizá las flores del jardín la sientan dulce.

Hoy no fui flor, ni ave, ni sol.
Sólo me dejo permear y modificar por lo que gusta pasar sobre mí
Hoy soy sombra; soy espectro entre claros.
La tristeza no me invade; no hay presión palpitante en el pecho.

Sólo hay espera, incertidumbre y un poco de temor.

¿Qué nos espera después de esto?
¿Cómo sabremos que terminó?

 

Extraño mi sonrisa; mis curvas desplazándose en el aire con el pegajoso son de un cha-cha-cha.
Sí, extraño bailar. Extraño vibrar entre deseos y metas.
Extraño pausar el aire que entra a mis pulmones al pensar en los instantes que me darán felicidad.

Tal vez sea eso; extraño fingir tener la certeza del futuro.
Hoy todo se ha revelado confuso, desconocido.
Y no sé hacía donde mirar.
Todos los puntos fijos desaparecen.
Y me pierdo en el mareo de las vueltas constantes sin aviso.

Hoy me siento nuevamente perdida, hoy puedo admitir que divago en el tiempo.
En un espacio fijo; que presume de ser más caótico que un bosque inmenso.


Hoy me detengo a aceptar lo que no tengo, lo que no me negué escuchar por la premura del mañana.

Comienzo a entender que me enamoro con facilidad de lo inexistente, de lo impalpable, de lo fugaz.

Me atrae porque soy experta en negar mi realidad.

 

Por eso prefiero huir.
Prefiero callar y admirar.

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